Hacia el reconocimiento de los cuidados como una necesidad, un trabajo y un derecho para un desarrollo con igualdad
Hace unos meses se presentó un proyecto de ley para crear el Sistema Integral de Políticas de Cuidados: “Cuidar en Igualdad”. En esta línea, el texto reconoce las tareas de cuidado como un trabajo y amplía las licencias para personas gestantes y no gestantes, con una distribución igualitaria de las tareas.
¿Qué avances promueve? Reconoce el derecho a cuidar a monotributistas. Establece el mismo régimen para personal de casas particulares, personal temporario de trabajo agrario y para toda la Administración Pública Nacional. Reconoce el derecho a personas no gestantes y adoptantes al período de excedencia.
¿Sabías que la Organización Internacional del Trabajo apoya esta iniciativa?
Cuidar en igualdad, con enfoque interseccional
Una de las posturas predominantes dentro de los feminismos —especialmente de carácter institucional y del norte global— en relación con el cuidado y las mujeres sostiene que el problema de la violencia contra las mujeres tiene solución si se plantea como una cuestión económica. Así, se señala que las mujeres que se dedican a los cuidados serían una fuerza laboral desaprovechada de la que el mercado debería ocuparse en beneficio del mercado en sí.
Por otro lado, otra mirada destaca que las tareas no remuneradas a cargo de las mujeres son mano de obra que encubre la explotación laboral de los hombres que son parte de la fuerza de trabajo. Es importante destacar también que la mirada que apunta a una mera “incorporación de las mujeres a la fuerza de trabajo” no es interseccional.
Según bell hooks (2015), también del norte global, pero crítica a la perspectiva de esta “incorporación”, las mujeres negras y pobres —estas últimas, independientemente de su procedencia— son parte de la fuerza de trabajo hace bastante, e incluso se ocuparon de los cuidados que desatendieron otras de clase ociosa. Señala bell hooks en Teoría feminista: de los márgenes al centro, que “La famosa frase de Friedan, ‘el problema sin nombre’, citada a menudo para describir la situación de las mujeres en esta sociedad, se refería en realidad a los apuros de un grupo selecto de mujeres blancas casadas, con educación universitaria, de clase media y alta, con hijos, con capacidad de consumo, que querían algo más de la vida”.
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