En el pensamiento actual de los feminismos, hay ciertas convicciones que se encuentran en permanente reflexión. Una de ellas es la idea generalizada de que las mujeres, como sujeto político de cierta corriente feminista, en su totalidad, ya sea como sexo o como género, a lo largo de la historia, quedamos englobadas en una jerarquización respecto de los hombres al frente de las instituciones, las disciplinas y la cosmovisión.
Dentro de su complejidad, la corriente decolonial retoma el concepto de interseccionalidad para hablar del carácter racista y eurocéntrico, incluso de los movimientos feministas, y señala las múltiples opresiones de quienes son el sujeto político del feminismo negro y marrón.
Así, el feminismo decolonial propone la revisión tanto de la teoría como de la propuesta del feminismo dado su sesgo occidental, blanco y burgués, en pos de que la historia de la lucha de las mujeres afrodescendientes para liberarse de las múltiples opresiones que las atravesaban y las atraviesan deje de ser, aún hoy, una laguna extraña para quienes hemos sido educadas en una cultura occidental y eurocéntrica, y que luego hemos avanzado en el estudio del pensamiento feminista por parte de autoras y autores del Norte Global. Las referencias en cada caso son muy distintas y así, las experiencias de las y les feministas del Sur Global vuelven a quedar invisibilizadas.
Sin mayúsculas, por favor: el activismo de bell hooks
Nacida en 1952, Gloria Jean Watkins creció en un pueblo chico al sur de Estados Unidos. Combinó el nombre de su madre con el de su abuela: a partir de ello adoptó el seudónimo “bell hooks,” con el que firmó sus primeros poemas. Al publicar su primer libro, decidió dejar el nombre en minúsculas para protestar contra la costumbre capitalista de sobrevalorar los nombres propios.
Durante su educación, los contenidos que veía en la escuela secundaria no representaban a la comunidad negra. A los 18 años obtuvo una beca para estudiar en la Universidad de Stanford, donde el movimiento de mujeres estaba en las calles criticando los roles de género. hooks no tardó en unirse a los reclamos, sin embargo continuaba sin ver reflejada la desigualdad que padecían las personas negras en las protestas en las que participaba.
El material teórico que se había escrito y el que estaban publicando sus compañeras tampoco incluía las voces de la negritud. Según explica la periodista Luciana de Mello:
“bell hooks contaba que cada vez que durante una clase llamaba la atención sobre cómo la raza y el racismo marcaban diferencias abismales de existencia, sus compañeras la acallaban con desdén, entendiendo su cuestionamiento como un peligro desestabilizador de la aclamada noción de sororidad”.
Para el final de su licenciatura escribió “¿Acaso no soy yo una mujer?”, mientras trabajaba como telefonista. En su empleo se encontró con una comunidad de mujeres negras de clase obrera que la empujaron a terminar su escrito porque entendían la importancia de que su experiencia estuviera representada.
Todo arte es político: ¿conocés este colectivo artístico antirracista?
Según explica Afroféminas, Kukily es un colectivo artístico feminista internacional creado y dirigido por cuatro mujeres afrodescendientes de diferentes residencias, nacionalidades y prácticas artísticas con base en Buenos Aires. Juntas trabajan en performances, instalaciones, audiovisuales y también crean espacios para colaborar con otras artistas y miembros de la comunidad.
👉🏾 Sus integrantes son la artista de danza y artes performáticas Colleen Ndemeh Fitzgerald, de origen estadounidense y liberiano; Julia Cohen Ribeiro, afrobrasilera y afrojudía, y estudiante de Diseño de Imagen y Sonido (UBA); Lina Lasso, colombiana y artista de artes escénicas; y Jasmin Sanchez, actriz afrobrasileña.
En su cuenta de Instagram (@kukilycolectivo) llevan un registro de las diferentes performances, intervenciones y producciones audiovisuales que realizan a nivel transnacional. ¡Visitá su perfil!
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