Cada 2 de abril se conmemora el Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo. En el podcast Femiautista, la activista argentina Andy Cukier relata su experiencia con el diagnóstico y los desafíos pendientes a nivel social para garantizar los derechos de las personas autistas.
¿Cómo te enteraste de tu diagnóstico?
Recibí mi diagnóstico de espectro autista en 2021, con 37 años. Armé mi Instagram, @femiautista, porque en la Argentina no encontraba muchas cuentas con perspectiva de género que me hablen a mí, feminista, mujer cis, adulta y autista. El sesgo de género hace parecer que de repente está de moda ser autista y lo que realmente sucede es que muchísimas personas que no nacimos varones cis llegamos a la adultez sin diagnóstico y sin guía.
Por años padecí ser diferente y sentir que ningún diagnóstico, ni tratamiento de salud mental, me terminaba de ayudar. Después de plantear en terapia mi sospecha de ser autista, durante varios años, y que me dijeran que no parezco autista y que “los diagnósticos son etiquetas” que se rehusaban a ponerme, me cansé y decidí ocuparme yo misma.
Muchísimas personas que no nacimos varones cis llegamos a la adultez sin diagnóstico y sin guía.
¿Por qué es menos frecuente que se hable de autismo en mujeres?
Cada vez que leía sobre mujeres en el espectro, que habían descubierto su diagnóstico siendo mayores de edad, lloraba a mares porque me sentía identificada con todas. Por eso decidí pedir un turno en un centro especializado, hacer todas las pruebas y tomar todas las entrevistas necesarias para confirmar o descartar el diagnóstico. Finalmente yo tenía razón: estaba en el espectro.
Me alivió muchísimo esa certeza, pero me enojé muchísimo más con la desidia del sistema de salud mental, que sigue pensando el autismo en términos absolutos. Si no tenés rasgos muy marcados, como suelen tener los varones cis, no apuntan ni siquiera a considerarlo. El autismo es un espectro, ya no es más una cosa de varones. Lamentablemente este tipo de profesionales controlaba la narrativa autista.
¿Cómo se puede ser una persona aliada a la causa?
La humanidad necesita la neurodiversidad que brindamos las personas autistas, al igual que necesita la biodiversidad. Atrás quedaron los tiempos del modelo médico que culpa a las personas autistas por su comportamiento: bienvenido sea el modelo social de la discapacidad, porque la responsabilidad de inclusión siempre es del sistema, de la sociedad, y nunca es responsabilidad de las personas que nos salimos de la norma.
Si no tenés rasgos muy marcados, no apuntan ni siquiera a considerarlo.
El autismo no empieza ni termina iluminando un edificio de color azul, ni estableciendo una hora silenciosa en un supermercado o en un shopping. Yo soy autista todo el día, todos los días. Necesito, en todo caso, que el Estado principalmente se centre en la aceptación autista, en el apoyo autista, en la inclusión autista y en la defensa de los derechos autistas.
Las personas autistas necesitamos acceder a la dignidad mediante el estudio, el trabajo, el ocio y también el goce. Queremos reírnos. Queremos trabajar. Queremos acceder a vínculos afectivos y románticos. Queremos irnos de vacaciones. Queremos poder compartir un aula, una sala de cine, un transporte público, un parque, un restaurante sin que nos estén juzgando por nuestras estereotipias, sin que nos miren raro, sin que nos fuercen a sostener la mirada o sin que nuestros movimientos involuntarios para regularnos sensorialmente sean motivo de alarma o de prejuicio.
Esa es la verdadera inclusión: no pedirnos a nosotros que seamos visualmente más atractivos a sus ojos, o que no movamos las manos de tal manera. Movemos los brazos y hacemos ruido si nos emocionamos, ¿cuál es el problema? Necesitamos que el Estado elabore políticas públicas para garantizar nuestros derechos y garantizarnos las acomodaciones necesarias para reivindicar nuestra dignidad.
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