El calentamiento global ya no es una amenaza a futuro. Climas extremos, incendios y la urgente demanda de transición energética nos indican que ya no podemos mirar para otro lado. Compartir información entre naciones es fundamental para salvarnos como especie.
En una de nuestras últimas traducciones, trabajamos sobre el rol de la agricultura en la adaptación y mitigación del cambio climático, ya que los sistemas alimentarios son responsables de entre el 21 % y el 37 % de las emisiones totales de gases de efecto invernadero (GEI).
Los gases de efecto invernadero son gases que permanecen en la atmósfera y producen climas aptos para la vida en la Tierra. Sin su presencia, se estima que el planeta tendría una temperatura media de −18 °C (0 °F). En inglés, se los conoce como greenhouse gas (GHG o GhG).
El vapor de agua, el dióxido de carbono, el metano, el óxido nitroso y el ozono son algunos de los más comunes. Sin embargo, debido a la explotación de recursos sin una perspectiva ambiental en los países desarrollados, actualmente nos encontramos en un proceso de calentamiento global que amenaza con la vida en la Tierra tal y como la conocemos.
La deforestación, el uso de maquinarias que requieren de combustibles fósiles, entre otras prácticas humanas, multiplican la presencia de dióxido de carbono y aceleran el calentamiento de la superficie terrestre y sus océanos.
¿Qué podemos hacer?
Si bien no estamos para nada a favor del discurso individualista en relación con el desarrollo sostenible, porque las consecuencias del cambio climático no se resuelven solamente con acciones individuales (tal como también afirma la ambientalista Naomi Klein), la interpelación individual puede ser útil para despertar el interés en el tema en gente que quizás no sienta interés por saber de qué se tratan las políticas públicas verdes.
El sitio web ClimateHero ofrece la posibilidad de calcular, a partir de nuestro comportamiento individual, cuál es nuestra huella de carbono sobre la tierra.
A nivel internacional, es fundamental que los países adheridos a tratados como el Acuerdo de París, o miembros de organizaciones que toman acciones por el clima, se comprometan a cumplir con los consensos alcanzados en diferentes instancias de diálogo entre naciones.
A nivel local, las normativas pueden regular los usos de los suelos y los combustibles fósiles. Muchos países, como Estados Unidos y Alemania, están invirtiendo en tecnologías para la transición energética. En la Argentina, el activismo ambiental se pronuncia hace varios años para reclamar una Ley de Humedales contra los incendios con fines inmobiliarios.
Comments